Los conflictos siguen cobrando un alto precio a los civiles

La intensidad de los conflictos políticos ¹ no ha disminuido. El año 2019 se caracterizó por la continuación de muchos conflictos políticos muy violentos. En ese año, alrededor del 55% de los 358 conflictos políticos de todo el mundo incluyeron el uso de la violencia. De esos conflictos, 38 fueron altamente violentos. Las tensiones geopolíticas estaban en aumento incluso antes de la pandemia. Estas han prolongado el conflicto violento, contribuyendo a "la dificultad para lograr que los encargados de la formulación de políticas se reúnan, [y] encuentren soluciones de colaboración y cooperación". ²

Los sobrevivientes de la violencia sexual relacionada con el conflicto, principalmente mujeres y niñas, se enfrentan a limitaciones sociales, estructurales y de seguridad. Esto suele dar lugar a mecanismos de adaptación negativos, como el matrimonio precoz y forzoso.³ Los niños siguen siendo afectados de manera desproporcionada por los conflictos. En 2019, las Naciones Unidas verificó más de 25.000 violaciones graves contra los niños, entre ellas asesinatos y mutilaciones, reclutamiento de niños como soldados, violencia sexual y secuestros, así como 927 ataques contra escuelas y hospitales.⁴

El acceso y las operaciones humanitarias siguen viéndose obstaculizados por los conflictos y la inseguridad. Las medidas para contener la propagación de la COVID-19 han aumentado o amplificado las limitaciones de acceso humanitario debido a las restricciones de transporte de carga y personal a nivel nacional e internacional. Estas restricciones también han provocado retrasos, costos adicionales y la suspensión parcial de las actividades humanitarias.⁵ La violencia contra los trabajadores humanitarios, incluidos los asesinatos y las agresiones, las detenciones arbitrarias, el hostigamiento, el robo y el uso con fines militares de las instalaciones humanitarias, sigue siendo generalizada.⁶ Es importante velar por que las medidas de lucha contra el terrorismo y las sanciones no restrinjan el acceso humanitario.

Persisten los ataques contra los trabajadores de la salud. La OMS registró más de 1.000 incidentes en 2019, entre ellos la destrucción de hospitales, ataques contra trabajadores de la salud, retirada de suministros y uso de instalaciones médicas con fines militares.⁷

Las poblaciones civiles siguen siendo las más afectadas por el uso de armas explosivas en las zonas pobladas. Por noveno año consecutivo, los civiles representaron más del 90% del total de las víctimas del uso de armas explosivas en las zonas pobladas: en 2019, los ataques de artillería, los bombardeos y el uso de otras armas explosivas en las zonas pobladas causaron la muerte, mutilaciones o lesiones a por lo menos 17.904 personas.⁸ En 2020, las medidas de contención relacionadas con la pandemia parecieron reducir el número de personas fallecidas o heridas por armas explosivas, y los informes indican una disminución del 58% de los daños a civiles en comparación con 2019. Los ataques aéreos en particular se han suspendido en gran medida durante el período de confinamiento. Entre abril y julio de 2020 se registraron 160 incidentes, en comparación con los 554 del año anterior. Queda por ver si el descenso de la violencia perdurará a medida que se levanten las medidas de confinamiento.

El 23 de marzo de 2020, el Secretario General de las Naciones Unidas hizo un llamado a un cese inmediato al fuego en todo el mundo,⁹ con el apoyo del Consejo de Seguridad, la Asamblea General, los Estados Miembros, las organizaciones regionales, los grupos armados y la sociedad civil.¹⁰ Sin embargo, se espera que la pandemia provoque más conflictos y violencia a medida que los países experimenten disturbios civiles, desestabilización política y aumento de la delincuencia, el sentimiento anti-refugiados y las sospechas hacia los trabajadores humanitarios. Esto exacerbará la inseguridad existente, de la que los civiles volverán a ser los más afectados.