Amran, Yémen
Un trabajador de la salud de la comunidad en Amran visita a una familia para llevar a cabo una sesión informativa con distanciamiento físico sobre cómo pueden protegerse de la COVID-19. Ella les provee información médica y los refiere a los servicios de salud. Todos los días recorre caminos escabrosos, acantilados y se enfrenta a la inseguridad para visitar a las familias vulnerables que a menudo se encuentran aisladas de los servicios médicos vitales debido a los continuos conflictos. UNICEF/Gabraz
La ayuda y la asistencia efectivas y con base en principios colocan a las comunidades en el centro, asegurándose de que impulsen la acción humanitaria. La rendición de cuentas ante las personas afectadas (AAP por sus siglas en inglés) es el compromiso activo de los trabajadores humanitarios para garantizar que las propias comunidades tengan el poder y la influencia necesarios para determinar y actuar según sus propias prioridades en materia de preparación, respuesta y recuperación.
La AAP se basa en los derechos, la dignidad, la capacidad y la seguridad de las personas y se fundamenta en tres acciones:
- Compartir sistemáticamente con las comunidades información oportuna, pertinente y procesable.
- Apoyar la participación significativa y el liderazgo de las personas afectadas, incluidas las de distinto sexo, edad, condición de discapacidad y otras diversidades, en la toma de decisiones.
- Garantizar que existan sistemas de retroalimentación en las comunidades, que les permitan evaluar y comentar el desempeño de la acción humanitaria, incluso en cuestiones delicadas como el abuso y la explotación sexual comercial, el fraude, la corrupción, el racismo y la discriminación.
En las emergencias de salud pública, la participación de la comunidad se combina con la comunicación de riesgos centrada específicamente en el brote. La COVID-19 se ha convertido en una crisis de información. Combatir la desinformación y proveer un compromiso consistente y honesto es primordial para mantener la confianza y la solidaridad pública y promover la acción local. Se necesita una mejor comprensión en esferas como las tendencias epidemiológicas, las repercusiones socioeconómicas o las proyecciones de seguridad alimentaria en los entornos humanitarios. Para hacer frente a estos problemas de información será necesario que la más amplia gama de agentes trabajen juntos.
Irak: adaptación de las modalidades de evaluación durante la pandemia
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La COVID-19 cambió el entorno operativo en Irak. Las restricciones de movimiento complicaron el acceso a las comunidades, las oficinas públicas cerraron y el distanciamiento físico interrumpió la interacción cara a cara con las personas afectadas. Encontrar nuevas formas de interactuar con las poblaciones afectadas y comprender sus necesidades se convirtió en un imperativo para garantizar una respuesta humanitaria basada en pruebas.
Los socios dieron los primeros pasos para recopilar y analizar datos. A mediados de marzo, la mayoría de las actividades de vigilancia y evaluación pasaron a modalidades remotas, por ejemplo, llamadas telefónicas, o pasaron de las encuestas de hogares a las entrevistas con informantes clave. En consecuencia, se siguieron generando datos en esferas como la vigilancia de la protección a distancia para comprender los efectos de la COVID-19 en los riesgos de protección entre las comunidades afectadas por los conflictos. Entre los productos que se generaron gracias a la continua recopilación de datos cabe mencionar un tablero mensual de las preocupaciones sobre la COVID-19 planteadas en las llamadas al Centro de Información sobre Iraq, una encuesta rápida sobre el impacto de la COVID-19, estadísticas diarias de salud sobre la COVID-19, el Monitor Semanal de Seguridad Alimentaria de Irak (Iraq Weekly Food Security Monitor,) y un mapa de las capacidades de los campamentos para hacer frente a los brotes de la COVID-19. Los datos permitieron a los asociados humanitarios adaptar la respuesta a la pandemia. Sobre la base de estas prácticas, los asociados humanitarios llevaron a cabo con éxito evaluaciones multisectoriales para comprender la gravedad de las necesidades y la disponibilidad de los servicios e informar al CPH 2021.
UNDP/Abdullah Dhiaa Al-deenUna lección difícil de aprender en los brotes de enfermedades y las emergencias humanitarias es que la comunicación y el compromiso inadecuados con las comunidades en la planificación y el diseño de medidas de respuesta de emergencia alimentan el miedo y la desconfianza. Si no se logra una participación significativa y estratégica de las personas, que incluya el género, la edad, la discapacidad y otras diversidades, en todos los pilares de la preparación y la respuesta a las emergencias, se pueden producir intervenciones ineficaces. Incluso puede causar daños.
La COVID-19 es una pandemia multicéntrica: un brote de innumerables epidemias locales, cada una de ellas ligeramente diferente y que requiere una gran atención tanto a las estrategias impulsadas localmente como a las multisectoriales. Así como el impacto de la pandemia ha ido más allá de la salud pública, también lo han hecho los esfuerzos de coordinación. Los mecanismos de coordinación que se ocupan de las comunicaciones de riesgo de la COVID-19 y de la participación de la comunidad están colaborando proactivamente con los grupos humanitarios (o mecanismos de coordinación equivalentes) para colaborar y coordinar los esfuerzos y mejorar la calidad de la participación y el apoyo a las comunidades afectadas. Las actividades se han centrado en la coordinación, las normas de práctica y las medidas que empoderan y apoyan a las comunidades y la acción comunitaria.
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Bamako, Mali
La confianza es primordial para combatir el pánico masivo y la desinformación, para promover comportamientos saludables y cambiar tradiciones profundamente arraigadas, y para construir un sistema de vigilancia basado en la comunidad que facilite las derivaciones a otros servicios y que ofrezca soluciones". CARE, Desde el Ébola y el Cólera hasta la COVID-19.
UNICEF/Haranadane DickoLas mejores personas para involucrar a las comunidades son aquellas con relaciones de confianza existentes. Los grupos locales establecidos, incluidas las organizaciones de mujeres, con conocimientos culturales, lingüísticos e históricos comunes, suelen ser los más indicados para lograr la participación de las comunidades, incluidas las que están internamente desplazadas. Las organizaciones locales necesitan apoyo en sus esfuerzos por acceder a los mecanismos de coordinación de la participación comunitaria y la rendición de cuentas, así como a la información técnica necesaria. Estas relaciones serán fundamentales para controlar la pandemia, mitigar su impacto y alimentar una respuesta humanitaria mundial más sólida y responsable.
Como resultado de las lecciones aprendidas, en casi todos los países en que hay una crisis humanitaria se han puesto en práctica planes de comunicación de riesgos y de participación de la comunidad dirigidos por los gobiernos e interinstitucionales para la COVID-19. Esos planes suelen estar diseñados para garantizar que los mensajes se armonicen y que se recojan sistemáticamente las opiniones de la comunidad en consonancia con los enfoques nacionales relativos a la COVID-19. Por ejemplo, en Colombia, mediante el GHRP para la COVID-19, las Naciones Unidas y sus socios apoyaron a las autoridades en la traducción de los mensajes de comunicación de riesgos a los idiomas locales para facilitar las interacciones en un departamento en el que la mitad de su población es indígena. La respuesta general contribuyó a reducir los casos activos de la COVID-19, en contraste con las tendencias en el resto del país.
Utilización de datos sobre el comportamiento social para la programación humanitaria
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Los asociados en Afganistán, Indonesia, Malasia, Malí, Myanmar, Nigeria, Pakistán, la República Democrática del Congo, Sudán meridional y Yemen están reuniendo información sobre el comportamiento y la reacción de la comunidad y el rastreo de los rumores. El objetivo es promover el uso de datos sobre el comportamiento social para configurar estrategias e intervenciones de acuerdo con las pruebas que vayan surgiendo con el tiempo.
Es fundamental que se comprendan claramente los conocimientos, las percepciones y el comportamiento local con respecto a la COVID-19. Comprender los principales temores de una comunidad en relación con el virus y los posibles estigmas es fundamental para responder adecuadamente y a través de los canales de comunicación más eficaces. Estos conocimientos vitales impulsan la programación, subsanan las carencias de conocimientos y aumentan las posibilidades de éxito, especialmente cuando se trata de personas que corren más riesgos.
El desarrollo de la capacidad ha incluido la capacitación del personal en materia de comunicaciones de riesgo, la participación de la comunidad y la gestión de los rumores, asegurando que estas iniciativas sean transversales y sostenidas. En muchos casos, se ha promovido la elaboración y difusión de preguntas frecuentes, material audiovisual y material visual armonizado, como carteles, pancartas, artes, murales, vídeos y animaciones, en idiomas apropiados y formatos accesibles. Esto último es sumamente importante para que los niños, las personas ciegas o sordas y las que padecen discapacidades intelectuales puedan acceder a la información provista.
Los dirigentes comunitarios y religiosos son importantes socios en la colaboración, aprovechando las redes de trabajadores de primera línea y de voluntarios existentes (por ejemplo, las redes de lucha contra la poliomielitis y el VIH) y utilizando los mecanismos de protección y alerta temprana de base comunitaria existentes, así como los mecanismos de retroalimentación humanitaria, para ampliar los esfuerzos de participación de la comunidad.
OCHA/Naomi FrérotteEn 2021, se necesitan más esfuerzos para fortalecer la arquitectura de la respuesta asegurando que los datos sobre el comportamiento social y los conocimientos de la comunidad -desglosados por edad y género- den forma a las estrategias en relación con la COVID-19 y más allá. Es fundamental que las intervenciones se planifiquen de acuerdo con las pruebas que vayan surgiendo. Es urgente aprender de los agentes locales, los trabajadores de primera línea y la fuerza de trabajo de la comunidad, que tienen relaciones preexistentes con las poblaciones afectadas por la crisis y hablan los idiomas nacionales y locales. Es necesario prestar apoyo adicional para desarrollar las competencias técnicas necesarias para evaluar una situación, analizar los datos y planificar las medidas, de modo que se basen en las mejores pruebas y análisis disponibles de las comunidades locales. Esto ayudará a orientar el fortalecimiento de los mecanismos colectivos multicanales de denuncia y retroalimentación que apoyan a los encargados de la respuesta para asegurar que se satisfagan las necesidades, se corrija el rumbo, se identifiquen los riesgos para la protección y las comunidades se sientan seguras para informar de los casos de explotación y abuso sexual.
Más información
Source: IFRC, OCHA, WHO
Source: Ground Truth Solutions
Source: IFRC, OCHA